lunes, 20 de enero de 2014

"Teoría del desarrollo capitalista"




 Paul Marlor Sweezy nació en 1910, Nueva York y murió en 2004. Fue un economista norteamericano marxista y fundador de la influyente revista "Monthly Review".

Sweezy era hijo de un importante directivo bancario. Fue discípulo de Schumpeter, con quien trabajó y que le apoyó a finales de los treinta y comienzos de los cuarenta.


Una de las obras más influyentes del autor fue " Teoría del desarrollo capitalista".

A continuación resumo dos de los capitulos más importantes y relevantes de dicho libro.
 


 

CAPÍTULO V:  “LA ACUMULACIÓN Y EL EJÉRCITO DE RESERVA”


Paul Sweezy plantea que el sistema capitalista cambia con el paso del tiempo, pero mantiene las mismas proporciones entre los componentes del sistema debido a la llamada “reproducción simple”, entendiendo como tal el mecanismo que precisamente permite mantener esas  mismas dimensiones entre las diversas partes de dicho sistema capitalista. Para ello es condición necesaria e imprescindible que los capitalistas repongan anualmente el capital gastado o usado y que ambos –capitalistas y obreros- gasten en el consumo tanto la plusvalía  (lo que determina que el trabajo sea una mercancía más,  que además añade a la producción una cantidad superior del valor que debería tener por el precio al que se ha comprado), como los salarios.
La reproducción simple implica el interés del capitalista en ampliar su capital. Realiza esto convirtiendo una parte de su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentando, le permite entonces apropiarse aún de más plusvalía, que a su vez convierte en capital adicional, y así sucesivamente. Este es el proceso conocido como “acumulación del capital”, constituye la fuerza motriz del desarrollo capitalista. Los capitalistas quieren a la vez, acumular y consumir.
La acumulación eleva la demanda de de fuerza de trabajo, necesaria para dar respuesta al aumento de demanda y que no se produzca un desequilibrio entre oferta y demanda a favor de la primera. Así se rompe  la igualdad entre los salarios y el valor de la fuerza del trabajo. En palabras de David Ricardo, economista del siglo XVIII y miembro de la corriente del pensamiento clásico económico: “El trabajo como todas las demás cosas que se compran y se venden, y que pueden aumentar  o disminuir en cantidad, tiene su precio natural y su precio de mercado. El precio natural del trabajo es el precio necesario para que los trabajadores  puedan substituir, mantener su familia y perpetuar su raza”. “El precio natural y el precio de mercado pueden coincidir o no de acuerdo con la oferta y la demanda”. “Si ambos no coinciden se producen movimientos de aumento o disminución de la población”. “El mecanismo para asegurar que los salarios permanezcan más o menos al nivel  de subsistencia, reside en la población”.
El Ejército de reserva, término acuñado por Marx en su crítica a la economía política, está formado por obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante y  hacia abajo  en el nivel del salario. Este Ejército se recluta principalmente entre aquellos que han sido sustituidos  por la maquinaria. El principio del Ejército de reserva opera como una población estacionaria y excedentaria como fuerza de trabajo respecto a las necesidades de la acumulación del capital. Este nivel permanente de desempleo presupone una población obrera dependiente de su salario para la supervivencia y sin posibilidades de otros niveles de vida.
En la Teoría de Marx, el sistema productivo  incluye tanto el empleo industrial (Marx, considera que la introducción de maquinaria economizaría el trabajo como una respuesta más o menos directa de los capitalistas a la tendencia ascendente de los salarios), como el ejército de reserva.



CAPÍTULO VIII:  “ LA NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS”


Como su propio título indica, en este capítulo Paul Sweezy trata sobre la naturaleza de las crisis capitalistas como fenómenos complejos que surgen a consecuencia de la combinación de varias fuerzas económicas.
Para poder entender las causas de estas crisis es necesario establecer los parámetros económicos  de distinción y comparación existentes en la sociedad tradicional y en la sociedad avanzada, donde la aparición del dinero juega un papel clave.
En la sociedad tradicional, la economía estaba basada en el trueque  donde el intercambio se daba entre mercancías (M-M). Con la aparición del dinero, este intercambio pasa a ser cambio en dos transacciones separadas en el tiempo y en el espacio, la venta y la compra (M-D-M).
Y  es precisamente  Marx  el que plantea que en el capitalismo las crisis son de sobreproducción porque este sistema (M-D-M) no es ininterrumpido, ya que   puede darse el que uno venda pero no compre.
En este sistema capitalista el esquema pasa a ser D-M-D, ya que el capitalista está permanentemente devolviendo su dinero a la circulación. Si este proceso de circulación se ve interrumpido, toda la economía se ve afectada. Si el capitalista ve su tasa de ganancia disminuir y deja de inyectar dinero, se  acumulan mercancías no vendidas y se provoca una sobreproducción.
No es el carácter de la producción la causa de las crisis, ya que cuando la economía se basaba en la producción simple de mercancías, las crisis podían darse, pero eran más bien crisis caracterizadas  por “la escasez” y se daban de forma accidental.
Por eso con el sistema capitalista, lo insólito es que se trata de crisis de sobreproducción.
Para Paul Sweezy la “ley de Say” impidió un estudio serio de las causas de las crisis y la aportación de análisis  que hubieran sido de gran valor. Será de nuevo Marx quien  intentará desmontar dicha ley y abrir una vía para analizar las causas de dichas crisis.
“La ley de los mercados de Say” mantiene que a una venta le sigue invariablemente una compra por igual cantidad. Como hemos expuesto anteriormente, esto suponía el creer que la cadena M-D-M no podía interrumpirse, por lo que no era factible una crisis por sobreproducción.
Paul Swwezy deja claro que lo único que se requiere para que se produzca una crisis es un descenso suficiente en la tasa de ganancia como para que los capitalistas no deseen seguir colocando su capital en alguna industria y prefieran retenerlo en forma de dinero, a la espera de mejores condiciones.
Y el grave problema que existe es que el proceso de la acumulación de capital como objetivo prioritario del capitalista, lleva ineludiblemente consigo una tendencia descendente de la tasa de ganancia. Como es lógico, si esta tendencia no se revierte, la consecuencia  inevitable es la crisis.
En este capítulo se plantea también que es importante distinguir entre dos tipos de crisis, aunque el capitalismo no establezca ninguna diferencia entre las dos. La primera ya ha sido analizada anteriormente, para poder analizar el segundo tipo hay que tener en cuenta que no siempre los mercancías se venden en su valores de equilibrio. Si el precio del mercado cae por debajo del valor, la ganancia también se reduce, produciéndose de nuevo una crisis llamada, esta vez, “de realización”.




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