Paul Marlor Sweezy nació en 1910, Nueva York y murió en 2004. Fue un economista
norteamericano marxista y fundador de la influyente revista "Monthly
Review".
Sweezy era hijo de un importante directivo bancario. Fue
discípulo de Schumpeter, con quien trabajó y que le apoyó a finales de los
treinta y comienzos de los cuarenta.
Una de las obras más influyentes del autor fue " Teoría del desarrollo capitalista".
A continuación resumo dos de los capitulos más importantes y relevantes de dicho libro.
CAPÍTULO V: “LA ACUMULACIÓN Y
EL EJÉRCITO DE RESERVA”
Paul Sweezy plantea que el sistema capitalista cambia con el paso del
tiempo, pero mantiene las mismas proporciones entre los componentes del sistema
debido a la llamada “reproducción simple”, entendiendo como tal el mecanismo
que precisamente permite mantener esas mismas dimensiones entre las diversas partes
de dicho sistema capitalista. Para ello es condición necesaria e imprescindible
que los capitalistas repongan anualmente el capital gastado o usado y que ambos
–capitalistas y obreros- gasten en el consumo tanto la plusvalía (lo que determina que el trabajo sea una
mercancía más, que además añade a la
producción una cantidad superior del valor que debería tener por el precio al
que se ha comprado), como los salarios.
La reproducción simple implica el interés del capitalista en ampliar su
capital. Realiza esto convirtiendo una parte de su plusvalía en capital
adicional. Su capital acrecentando, le permite entonces apropiarse aún de más plusvalía,
que a su vez convierte en capital adicional, y así sucesivamente. Este es el
proceso conocido como “acumulación del capital”, constituye la fuerza motriz
del desarrollo capitalista. Los capitalistas quieren a la vez, acumular y
consumir.
La acumulación eleva la demanda de de fuerza de trabajo, necesaria para
dar respuesta al aumento de demanda y que no se produzca un desequilibrio entre
oferta y demanda a favor de la primera. Así se rompe la igualdad entre los salarios y el valor de
la fuerza del trabajo. En palabras de David Ricardo, economista del siglo XVIII
y miembro de la corriente del pensamiento clásico económico: “El trabajo como
todas las demás cosas que se compran y se venden, y que pueden aumentar o disminuir en cantidad, tiene su precio
natural y su precio de mercado. El precio natural del trabajo es el precio necesario
para que los trabajadores puedan
substituir, mantener su familia y perpetuar su raza”. “El precio natural y el
precio de mercado pueden coincidir o no de acuerdo con la oferta y la demanda”.
“Si ambos no coinciden se producen movimientos de aumento o disminución de la
población”. “El mecanismo para asegurar que los salarios permanezcan más o
menos al nivel de subsistencia, reside
en la población”.
El Ejército de reserva, término acuñado por Marx en su crítica a la
economía política, está formado por obreros desocupados que, mediante su
competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante
y hacia abajo en el nivel del salario. Este Ejército se recluta
principalmente entre aquellos que han sido sustituidos por la maquinaria. El principio del Ejército
de reserva opera como una población estacionaria y excedentaria como fuerza de
trabajo respecto a las necesidades de la acumulación del capital. Este nivel
permanente de desempleo presupone una población obrera dependiente de su salario
para la supervivencia y sin posibilidades de otros niveles de vida.
En la Teoría de Marx, el sistema productivo incluye tanto el empleo industrial (Marx,
considera que la introducción de maquinaria economizaría el trabajo como una
respuesta más o menos directa de los capitalistas a la tendencia ascendente de
los salarios), como el ejército de reserva.
CAPÍTULO VIII: “ LA
NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS”
Como su propio título indica, en este capítulo Paul Sweezy
trata sobre la naturaleza de las crisis capitalistas como fenómenos complejos
que surgen a consecuencia de la combinación de varias fuerzas económicas.
Para poder entender las causas de estas crisis es necesario
establecer los parámetros económicos de
distinción y comparación existentes en la sociedad tradicional y en la sociedad
avanzada, donde la aparición del dinero juega un papel clave.
En la sociedad tradicional, la economía estaba basada en el
trueque donde el intercambio se daba
entre mercancías (M-M). Con la aparición del dinero, este intercambio pasa a
ser cambio en dos transacciones separadas en el tiempo y en el espacio, la
venta y la compra (M-D-M).
Y es
precisamente Marx el que plantea que en el capitalismo las
crisis son de sobreproducción porque este sistema (M-D-M) no es ininterrumpido,
ya que puede darse el que uno venda
pero no compre.
En este sistema capitalista el esquema pasa a ser D-M-D, ya
que el capitalista está permanentemente devolviendo su dinero a la circulación.
Si este proceso de circulación se ve interrumpido, toda la economía se ve
afectada. Si el capitalista ve su tasa de ganancia disminuir y deja de inyectar
dinero, se acumulan mercancías no
vendidas y se provoca una sobreproducción.
No es el carácter de la producción la causa de las crisis,
ya que cuando la economía se basaba en la producción simple de mercancías, las
crisis podían darse, pero eran más bien crisis caracterizadas por “la escasez” y se daban de forma
accidental.
Por eso con el sistema capitalista, lo insólito es que se
trata de crisis de sobreproducción.
Para Paul Sweezy la “ley de Say” impidió un estudio serio de
las causas de las crisis y la aportación de análisis que hubieran sido de gran valor. Será de nuevo
Marx quien intentará desmontar dicha ley
y abrir una vía para analizar las causas de dichas crisis.
“La ley de los mercados de Say” mantiene que a una venta le
sigue invariablemente una compra por igual cantidad. Como hemos expuesto
anteriormente, esto suponía el creer que la cadena M-D-M no podía interrumpirse,
por lo que no era factible una crisis por sobreproducción.
Paul Swwezy deja claro que lo único que se requiere para que
se produzca una crisis es un descenso suficiente en la tasa de ganancia como
para que los capitalistas no deseen seguir colocando su capital en alguna
industria y prefieran retenerlo en forma de dinero, a la espera de mejores
condiciones.
Y el grave problema que existe es que el proceso de la
acumulación de capital como objetivo prioritario del capitalista, lleva
ineludiblemente consigo una tendencia descendente de la tasa de ganancia. Como
es lógico, si esta tendencia no se revierte, la consecuencia inevitable es la crisis.
En este capítulo se plantea también que es importante distinguir
entre dos tipos de crisis, aunque el capitalismo no establezca ninguna
diferencia entre las dos. La primera ya ha sido analizada anteriormente, para
poder analizar el segundo tipo hay que tener en cuenta que no siempre los
mercancías se venden en su valores de equilibrio. Si el precio del mercado cae
por debajo del valor, la ganancia también se reduce, produciéndose de nuevo una
crisis llamada, esta vez, “de realización”.
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